Mucha gente cree erróneamente que la capacidad de aprender es una cuestión de inteligencia como si se tratara del color de ojos o algún tipo de “suerte”. Se suele pensar que las personas nacen aprendidas y el problema de este tipo de creencia (además que no es cierta) es que nos puede llevar a pensar ¿por qué molestarnos en mejorar en el proceso de aprendizaje?

Y es por eso que el aprendizaje y la educación requieren una transformación porque frases como“la práctica hace al maestro” recae en esto sin considerar realmente la estrategia de aprendizaje detrás. Después de todo, es una expresión notablemente mal definida e incompleta:¿Practicar significa repetir la misma habilidad una y otra vez? ¿La práctica requiere retroalimentación? ¿Debería ser difícil practicar? ¿O debería ser divertido?

Un creciente grupo de investigación está dejando en claro que los aprendices se hacen, no nacen. Mediante el uso deliberado de la práctica y estrategias dedicadas para mejorar nuestra capacidad de aprendizaje, todos podemos desarrollar conocimientos de forma más rápida y eficaz. En otras palabras, todos podemos mejorar en ser mejores.

 

Todos podemos mejorar en ser mejores

En este enlace, se muestra un ejemplo de un estudio que explica cómo las estrategias de aprendizaje pueden ser más importantes que la inteligencia cruda cuando se trata de adquirir experiencia. En dicha investigación, el autor Marcel Veenman, ha descubierto que las personas que siguen de cerca su pensamiento superan a otras que tienen un coeficiente intelectual altísimo cuando se trata de aprender algo nuevo. Su investigación sugiere que, en términos de aprendizaje, centrarse en ver cómo es que realmente entendemos es más importante que la inteligencia innata.

Hoy te quiero compartir tres formas prácticas de desarrollar habilidades de aprendizaje, basadas en la investigación

 

1. Organizá tus pensamientos

Para lograr algo, primero tenemos que establecer metas alcanzables sobre lo que queremos aprender. Luego tenemos que desarrollar estrategias que nos ayuden a alcanzar esos objetivos. El aprendizaje efectivo a menudo se reduce a un tipo de gestión de proyectos. Estos objetivos deben de ser realistas, tener proyecciones a corto, mediano y largo plazo y permitir cierta flexibilidad ya que esto nos va a ayudar a lidiar con pensamientos que nos generan dudas.

 

Herramientas como “To-do lists”, un diario o una agenda, pueden ayudar con esto

 

2. Pensá en pensar

En psicología la metacognición se define como: “pensar en pensar” y, en términos generales, la metacognición se trata de ser más introspectivo sobre cómo sabés lo que sabés. Y resulta que la metacognición es fundamental para el aprendizaje. Es cuestión de hacernos preguntas como: ¿Realmente entiendo esta idea? ¿Podría explicárselo a un amigo? ¿Cuáles son mis metas? ¿Necesito más conocimientos previos? ¿O necesito más práctica?

 

 

3. Reflexioná sobre tu aprendizaje

Te pongo un ejemplo, ¿te ha pasado que discutiste con alguien y posterior a ello tus “mejores argumentos” aparecen más tarde cuando estás haciendo otra cosa? Resulta que tenemos que dejar ir nuestro aprendizaje para comprender nuestro aprendizaje. Por eso, cuando nos alejamos de un problema, a menudo aprendemos más sobre ello.

 

La buena noticia de todo esto, para las personas que buscan ayudar a sus hijos a dar lo mejor de sí, es que aprender es un comportamiento aprendido. Al organizar deliberadamente tus objetivos de aprendizaje, pensar en tu forma de pensar y reflexionar sobre tu aprendizaje en los momentos oportunos, vos también podés convertirte en un mejor aprendiz.